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jueves

La Tijereta


Cuando la Tijereta se estableció en lo alto del Ombú, todo el mundo previó una catástrofe, porque el Ombú era albergue de toda clase de gente maleante. Pero Tijereta no tenía otro remedio porque ella siempre anida alto, y en toda la extensión del pago no había fuera de ese árbol más que plantas de duraznillo. Hasta un Carancho tenía su casa alborotada e hirsuta en una rama, y en el pie vivía un Lechuzón misántropo. Había dos Urracas que comen huevos, había Carpinteros de pico de hierro y todo género de Juan­chiviros antipáticos y camorreros...

Amigos de Dios, pronto se vio que el nido duraba. En primer lugar, estaba bien trabajado y en sitio guarecido. Luego, que la Tijereta madre estaba siempre vigilando. Y un día, que todo el hete­rogéneo vecindario del Ombú presenció espantado la corrida en pelo que le dieron las Tijeretas a un Pirincho que se arrimó al nido (descuidadamente, según él), y lo sacaron corriendo que no paró en dos cuadras, se convencieron los maleantes vecinos que aquella gentecita al parecer tan infeliz no era de pelar con la uña.

En cambio, al mismo Carancho, un día el viento le tumbó dos hijos. De la pena que le dio quiso dar un malón al nido de su veci­na, y fue rechazado exactamente como el Pirincho. Lo corrieron al Carancho.

El macho salió derechito como hachazo de zurdo, abierta la cola y erizado el copete, gambeteando fulminante alrededor del enemigo, chillando furiosamente y tirándole picotazos a los ojos, mientras la madre, parada en el nido, con el pico, la cola y las alas abiertas, giraba la cabeza a todos lados amenazando.

De modo que a los pocos días nadie se animó ni a arrimarse al lugar. Hasta a los cascotazos de los chicos los corrían las Tijeretas chillando, si pasaban cerca del nido.

_Es que cuando uno es débil, se suplen las pocas fuerzas con el coraje y la constancia -dijo melancólicamente una Palomita de la Virgen a quien habían robado pichones o huevos como una do­cena de veces...



Leonardo Castellani (1899-1981)
Camperas. Bichos y personas
Editorial La Mazorca, 1941